Yo digo Tomás Roncero

La Prensa disfruta del Clásico

Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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Agradezco a Alfredo Relaño y Juan Mora, por su iniciativa, y a Casa Juan, por su hospitalidad, la oportunidad de haber compartido con una treintena de colegas las horas previas al Clásico copero de esta noche. Los Madrid-Barça se han convertido en una café muy cargado (lo siento, Iker, en algo teníamos que discrepar tú y yo) y resultó terapéutico compartir criterios, debatir con los decibelios en su justa medida y respetar el fair play dialéctico en todo lo que a cada plumilla se le pasó por la cabeza sobre la madre de todos los partidos.

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Me gustó, por encima de todo, la falta de crispación que atisbé en los compañeros. Si esta comida se llega a hacer en plena tormenta de los Clásicos en abril, seguro que hubiera acabado con la chistorra, las gambas a la plancha o el solomillo de buey volando por encima de algunas cabezas. Hace diez meses todos estábamos al borde de un ataque de nervios, crispados con tanta saturación de partidos al límite de lo futbolístico. Es la primera vez que, como periodista, sentí que el fútbol no es la mejor ocurrencia del ser humano. Pero como eso es una aberración, la comida de ayer puso de nuevo todo en su sitio. Los culés (y las culés, Barceló al frente) convencidos de que su Barça va a prolongar el estado de nirvana cada vez que pise el santuario del Bernabéu. Los vikingos, mayoría porque para algo jugábamos en casa, disfrutando de la última esperanza blanca: Pinto. Todo aderezado con paté de primera, tomate Raf y cava catalán (deferencia de Juan con los visitantes). Fue la comida de la concordia, que me permitió ver a Buyo y a Carrasco aparcar viejas rencillas (entiendo al Lobo, sólo ganó una Liga en sus once años en el Camp Nou...) y a Manuel Pereira (¡viva Portugal!) y Hermel (¡allez la France!) darle una universalidad mediática al Clásico que detendrá esta noche al mundo entero...

Pido a Mourinho, a Guardiola y a los 22 jugadores que lean estas tres páginas antes de pisar esta noche el Bernabéu. Verán que los periodistas somos como niños, que trasladan sus sueños a través de estas páginas que sólo buscan un objetivo: prolongar la fiesta del fútbol.

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