El mejor mensaje para la plantilla rojiblanca es que Simeone seguirá el año que viene. No es un entrenador interino ni pendiente de los resultados, algo tan de moda por el Calderón. Tanto Cerezo como Gil Marín le han dado la máxima autoridad e independencia para hacer un proyecto de futuro. Aunque suene a broma, en esta ocasión parece que va en serio. Y en el vestuario se ha encendido la lucecita roja. Hay que apretarse los machos, sudar en cada entrenamiento y no bajar la guardia. En caso contrario, en julio habrá más despidos de los que muchos se piensan. Simeone también ha demostrado que le gusta el fútbol. Apuesta por el toque pero, sobre todo, por la velocidad. El tiqui taca frívolo y en horizontal lo tiene desterrado. Las dos próximas citas, los viajes a San Sebastián y Pamplona, van a ser definitivos. En el calendario del entrenador se valora que con los seis puntos, su Atlético se subirá al carro de los que aspiran a entrar en Champions.

Es un motivador nato. Tiago, Godín, Diego y hasta Falcao parecen otros futbolistas en relación a la etapa vivida con Gregorio Manzano. Se sienten protagonistas y asumen su condición de tales. Por eso en el Vicente Calderón se vive aire de fiesta y lo que pide la afición, de una vez por todas, es que haya seriedad. Basta ya de vaivenes. El Cholo, no sólo tiene que ser el jefe del banquillo. También debe dominar la dirección deportiva y hasta su tesis de apostar por jóvenes estrellas para el próximo año me parece más que sugerente. La grada estará con él. Ya están cansados de viejas glorias que vienen a retirarse al Atlético. Es una oportunidad única para comenzar a construir un futuro sólido para este club. Por fin.