La ansiedad de Cristiano
Necesidad. Cristiano Ronaldo es un enfermo del fútbol y eso puede acabar siendo un problema. El balón es su compañero más fi el las veinticuatro horas del día. El fútbol está en su cabeza permanentemente. Es feliz cuando marca, tremendamente feliz, y se atormenta cuando falla. Si hace un mal partido se va a la cama casi sin cenar y se encierra en su casa sin hablar con nadie, como desveló la otra noche Irene Junquera. Los suyos respetan ese silencio de manera absoluta. Es él quién marca los tiempos.
Responsabilidad. Ya le conocen. Cristiano puede ser el tío más extrovertido del mundo y el más silencioso. Y todo por el fútbol, que ha marcado su vida. El deporte le ayudó a salir adelante y a convertirse en cabeza de familia desde muy temprana edad. La responsabilidad le hizo madurar. Casi se quedó sin lágrimas, como confesó en una ocasión en Punto Pelota. Un balón le sirvió para mitigar esa soledad. Se marchó de casa para triunfar y lo ha conseguido con creces pero nunca tiene sufi ciente. "Es insaciable", me dice alguien que le conoce bien. Siempre un peldaño más, un reto mayor.
Reto. Llegó al Real Madrid y llenó el Bernabéu en su presentación. Sabe que les debe mucho a los afi cionados y se siente en deuda con ellos. Eso le crea ansiedad, una ansiedad que sólo se rebaja marcando goles. Si no marca se siente fracasado. Si su equipo hace un partidazo y él no destaca vuelve a amargarse porque el portugués se sabe la estrella, el fi chaje más caro de la historia. Está obligado a conquistar títulos con el Madrid y a ser reconocido como el mejor jugador del mundo. Tiene entre ceja y ceja el próximo Clásico. Sabe que se juega mucho, que otra vez volverá a estar en el punto de mira, de nuevo será comparado con Messi.
Cambio. Tiene ganas, muchas, pero ese espíritu ganador le juega malas pasadas y le hace cometer errores. Tiene que celebrar los goles, siempre, evitar los gestos insolidarios o echar broncas a los compañeros. Al madridismo le gustan los triunfadores, pero no soporta la soberbia ni las reacciones infantiles. Cristiano detuvo su coche ayer y se puso a fi rmar autógrafos a unos chicos en la rotonda que hay a la salida de la Ciudad Deportiva. Bien. Como avanzó el lunes Eva Turégano, Cristiano iba a tener gestos de complicidad con el madridismo. Ya ha empezado. Quiere acabar con las dudas de su afi ción y para ello tiene que poner de su parte. Pero, ante todo, debe controlar la ansiedad. No será fácil... Y Punto Pelota.