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La Vuelta ya es cosa de todos

La mejor noticia es que la Vuelta a España ya ha alcanzado la normalidad. Se vuelve por segundo año consecutivo al País Vasco, se retorna a Barcelona tras 13 años de ausencia, y a Pamplona, tras 18. Y el año que viene se viajará a las Islas Canarias. La Vuelta ya es cosa de todos. Esto no se podía decir desde 1978. Parecía que nunca iba a llegar. Sólo dos pegas al diseño de este recorrido: no se pasa más al sur de Madrid y hay un traslado de 1.200 km (Barcelona-Pontevedra) que obligará a la mayoría a coger avión y alquilar otro coche en Galicia. Pero andaluces, murcianos, manchegos y valencianos no pueden quejarse de olvido tras tantos años de protagonismo. Y, lo digo por experiencia, peor es un traslado de 600 km en coche que de 1.200 en avión.

En el aspecto deportivo el trazado es espectacular. La mitad de las etapas (diez) tienen final en una montaña, más o menos larga o empinada, pero que ofrecerá las peleas que más nos gusta a los espectadores españoles, la de los escaladores. Siempre existe el riesgo de que alguien destaque en exceso y todo esté sentenciado a mitad de carrera. Pero también lo temíamos en años anteriores y la Vuelta no se ha decidido por más de un minuto desde 2007. Hay que felicitar por su tino a Javier Guillén, director de la Vuelta, y sus dos directores técnicos, Abraham Olano y Paco Giner, y animarles a que sigan buscando finales con cuestas o rampas cortas y explosivas, como Fuerte Rapitán y Mirador de Ézaro. Llegadas con sprints a cámara lenta, agónicos y con alternativas.