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Hoy será aclamado de nuevo...

Digno de estudio es el cariño que la afición del Madrid siente por Van Nistelrooy. No marcó un gol decisivo en una final, ni batió registros como goleador, ni tan siquiera tuvo continuidad. Llegó siendo ya un veterano, las lesiones le amargaron la mitad del tiempo y se marchó sin hacer ruido. ¿Qué origina tanta corriente de cariño? No hay dudas: su abnegación en el campo y su educación fuera de él. Ruud se trabaja cada gol como si fuera el último. El Bernabéu siempre ha sido de aplaudir esa labor, aunque si no lo acompañas de calidad, estás muerto. Cierto es que también se agarraron a sus goles en momentos de zozobra institucional.

Cuando el pasado invierno estuvo a punto de volver, las encuestas eran aplastantes a favor. Sabían que para cinco meses era la mejor solución. No iba a ser arrogante pidiendo minutos, ni iba a generar conflicto alguno. Por el contrario, aseguraba una docena de goles que en aquel momento eran prioritarios para el tramo final de las tres competiciones en juego. Se frustró porque el Hamburgo, en una decisión egoísta pero coherente, hizo valer el contrato que estaba en vigor y que expiraba en junio. Nadie ganó. Los alemanes se quedaron sin sus goles meses después, el jugador no pudo cumplir su sueño y el Madrid se gastó una pasta en la cesión de Adebayor.