Un problema menos y un feo final más
El caso Reyes es típico del Atlético. Un adiós sin inocentes, sólo culpables. El primero, el jugador, incapaz de asumir la pérdida de galones tras la llegada de jugadores de igual o más talento (Diego y Arda), de comportarse, en definitiva, como un profesional maduro por una vez en su vida. Lástima de sensacional futbolista empeñado en completar una carrera muy por debajo de su potencial. Tampoco se libra Manzano, que jamás tuvo la mano izquierda necesaria para aprovechar a uno de sus mejores valores. Fue el principio de su fin.
Y supervisando todo este desastre, los cerebros. Gil Marín y Caminero , que no le vendieron en verano cuando ofrecían 10 millones y ahora se lo ponen en bandeja a un rival directo por 3,5 (el 25% de ellos para el Benfica). Gestión brillante. Y aunque bastante tiene con lo que tiene que soportar, como que en año y medio le desmantelen el equipo campeón de Hamburgo, la afición tampoco acertó al convertir en mártir e ídolo a un jugador que sólo ha dado una temporada buena al Atleti y cuya profesionalidad ha dejado mucho que desear. Que futbolistas excepcionales como Kun y Forlán se fueran como villanos y Reyes lo haga como ídolo es injusto. De este vodevil sólo sale ganando Simeone, que se quita un problema. Los demás, suspenso general.