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Unas primas firmadas ya con impagos

Las primas, los premios por objetivos colectivos, son habituales en el fútbol desde que se profesionalizó. En tiempos, los jugadores de equipos grandes podían ganar más en primas que en salarios. Lo que es habitual es que un equipo que no paga a sus jugadores sus emolumentos firme a mediados de febrero unas primas por conseguir el objetivo del ascenso. Y que esa cantidad firmada en febrero pase de bruta a neta dos meses después cuando el ascenso estaba a punto de lograrse y la venta del club, muy próxima. Eso pasó la pasada temporada en el Rayo Vallecano a tenor de la documentación que manejan sus administradores concursales.

Si no había dinero para pagar los sueldos, ¿cómo iba a ser posible que de las arcas del Rayo saliera una cantidad, pactada con más del 60 por ciento del campeonato disputado, para pagar una prima de ascenso? Parece lógico entonces que los administradores concursales soliciten al juez que decida si esas cantidades deben ser abonadas o no a la plantilla. Igual sucede con la ficha de Movilla. Cuando un club entra en concurso voluntario de acreedores pasa a depender de un juzgado mercantil. Y el Rayo depende del número 3 de Madrid. Es lo que hay.