El fin de una etapa, no el fin de todo
Ha sido un lujo para todos. Para Pau, por jugar en el equipo más grande del planeta, y para los Lakers, por contar con semejante talento. Para los hinchas angelinos, que han celebrado dos anillos, y para los españoles, que hemos presumido de tener a uno de los nuestros en la cima del mundo. El final de esta era es un mazazo, sin duda, pero no perdamos la perspectiva ni caigamos en el populismo de afirmar que a Gasol le han tratado como a mercancía.
La NBA funciona así y el sistema favoreció a Pau cuando, de la noche a la mañana, se encontró bajo los focos de Los Ángeles tras parecer abocado al olvido en Memphis. Como ahora, nadie le preguntó y todo fueron aplausos, nada de mercancía. Bien, pues asumamos que el sistema va en dos direcciones y preparémonos para disfrutar de lo que se avecina. Y quedan retos apasionantes: ver qué puede hacer este Pau ya maduro como auténtico jugador franquicia a lo Nowitzki, confiar en que Houston (cuyo mánager general, Daryl Morey, es de los mejores) forme un equipo competitivo y, por qué no decirlo, esperar que los Lakers acaben arrepintiéndose. Lo que sea menos lamerse las heridas.