Picaresca, pasión, reventa...
A la caza de una entrada para el Clásico. No está difícil. Lo complicado es disponer de más de 300 euros si quiere verlo en tribuna. Multiplique esa cifra aproximada (no se conocen los precios) por cinco si va a la reventa el 10 de diciembre. La crisis no afecta a estos partidos, pero se nota en los muchos socios abonados que sacrifican estar in situ a cambio de pagarse la mitad del año de un solo golpe. Otras vías oficiales están desterradas. Cuando empezaba en esto, me aseguraban que el gerente siempre tenía un taco para compromisos. También se rumoreaba que en determinadas taquillas nunca faltaban entradas para algunos. Nunca vi ni lo uno ni lo otro. Como tampoco se acabó constatando la venta en locales próximos al estadio, con portátil entre hamburguesas, en la etapa del anterior presidente.
Mi recomendación es que si quiere estar en el Madrid-Barça acuda a la compra oficial. Pagará menos y lo verá seguro. Lo digo porque he comprobado cómo más de uno lloraba con una entrada falsa. O a otros vociferando porque les acababan de tangar en cuanto a la ubicación. El reventa, durante la transacción, convierte la tribuna en una localidad de gallinero. Pese a las advertencias, algunos se forrarán gracias a un puñado de incautos. Ansiedad, ganas de presumir... Todo se junta para que haya clientes de última hora a los que parece que se les escapa la vida si no acceden al recinto. Lo que controlo menos es el mercadeo por Internet. Parece que va viento en popa.