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¿Y de qué demonios se reía Reyes?

Entró Reyes al campo con 3-1 y una sonrisa de oreja a oreja. ¿De qué se reía Reyes? ¿De qué demonios? ¿De que el glorioso e histórico Atlético de Madrid sume otro año más de frustración en el Bernabéu (y van trece)? ¿De que el buen inicio, culminado por un fabuloso gol de Adrián (enorme de nuevo), volviera a quedar en nada por un suicidio (el penalti de pardillo de Courtois)? ¿De que su adorado Manzano quitase a Diego tras la expulsión, eliminando de un plumazo el tapón de Xabi Alonso y el motor de un ataque, hasta entonces, muy inteligente? ¿De que, una vez abortado el plan A, el técnico no tuviera más plan B que sentarse y cruzar los dedos? ¿De la evidente sensación de que el Atleti no acabaría con diez? ¿De que Gabi nunca pasara a uno vestido a rayas?

No sé, por más vueltas que le doy sigo sin hallar motivo para la felicidad del utrerano. ¿Sería de pensar dónde estaría el Atleti de haber tenido esa intensidad en otros partidos? ¿De preguntarse cómo Manzano le sacaba tan tarde y, encima, por el gran Arda? ¿De soñar que era el fin del entrenador o de temerse que, con la excusa de las expulsiones, se aferre al cargo y retrase un poco más lo inevitable? ¿Del circense show de Godín? ¿De escuchar a Clemente Villaverde decir que no había nada que reprochar al equipo tras perder 4-1? ¿O de esa pancarta ("Se busca rival digno para el derbi") tan insultante como difícil de discutir? Sinceramente, no tengo ni idea de qué diantres le hacía tanta gracia a Reyes. Sólo sé que ningún atlético se rió ayer y a nadie en ese club parece importarle demasiado.