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Al Madrid, ni agua, mal explicado

Naturalmente que hay partidos feos, broncos y cerrados. Más de los que convienen. Más, incluso, de los que los técnicos preparan, porque también los jugadores tienen la capacidad de envilecerlos sin consultar con quién los planifica. Pero no se anuncian. Se juegan y luego se pide perdón si procede. Proclamar un fútbol alegre y sin complejos es una hipocresía consentida para que el aficionado no se acerque al encuentro con prejuicios ni reparos. No tenía, pues, Manzano ninguna necesidad de decir algo que quizá no pueda cumplir, de quedar mal a priori, de poner en guardia al permisivo Mateu Lahoz ante algún exceso de sus futbolistas. Pero entiendo que fue un mensaje de consumo interno, para el vestuario y para la hinchada atlética.

El equipo llega a la cita en el pelotón, a siete puntos de la Champions, con una paliza en el Camp Nou en los lomos y el temor fundado de recibir otra de similar cuantía en el Bernabéu. Sólo que ante el vecino los aficionados no tolerarán una actuación inánime como la de Barcelona, a la que Manzano no sobreviviría. De ahí que el técnico haya utilizado dos entrevistas para exigir públicamente a su plantilla máxima intensidad y para dejar claro ante los hinchas que al Madrid, ni agua. Sólo que la rudeza del mensaje se confundió con cierta apología de la violencia que, por otra parte, no cuadra en el Atlético más dotado técnicamente de los últimos años ni con la carrera de Manzano. Creo que había más pólvora en las palabras que en las intenciones.