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Özil sana jugando en su puesto

Partidos así tienen efectos terapéuticos. Refrescan a los sobreexplotados y sanan a los deprimidos. Özil, sin ir más lejos. Sospecho que será, hasta el final de su carrera, futbolista de partidos valle y partidos punta, sin regularidad. Y eso genera desconfianza en los entrenadores, a los que asusta no saber a priori si jugarán con un plus o un hándicap. Mourinho entiende que abriga mejor al alemán poniéndole en las duras. Y mejor en su sitio, a espaldas del nueve, como ayer, donde necesita menos velocidad que en la banda y tiene más espacio para crear.

Y cuando se siente a gusto emerge como diez poderoso, con jerarquía, con vocación de guía, el futbolista menos previsible y menos defendible para el rival. En veinte minutos le regaló un gol a Benzema, en obra de máxima precisión; preparó el 2-0 con un cambio de juego soberbio y marcó el 4-0. La cuestión es que los subidones y las caídas, por la cercanía entre unos y otras, tienen más que ver con su estado de ánimo que con su estado de forma. Y ahí hay trabajo para Mou.