Dando pasos para no venir
No parece que Neymar pueda decir aquello de: "He nacido para jugar en el Madrid". No lo demuestra. La máxima de Florentino cada vez que aterrizaba un Galáctico no se está cumpliendo. Lo de hacer declaración pública de amor hacia el equipo blanco, se rompió hace tiempo. Y no sólo el entorno del futbolista. También él. La imagen que transmite es que está más preocupado de mover las caderas que de dar del salto a Europa. Que su padre piensa únicamente en la rentabilidad inmediata. Que su club ha encontrado en Brasil los euros que tuvieron que buscar otros en el fútbol del viejo continente. Creo más en eso que en la intromisión del Barça. Rosell no quiere verle en el Madrid pero no es clave. Aseguraría incluso que si los azulgranas quieren pescar en ese río, saldrán igual de mojados. Ellos han sido manejados igualmente.
Queda por saber si estamos ante un Robinho en bueno o simplemente ante un enorme talento no visto antes. Los dos años escasos en la cúspide del fútbol sudamericano nos hacen pensar que estamos más cerca de lo primero. Sus propios compatriotas resaltan lo fácil que le resulta competir en Brasil y lo distinto que es enfrentarse a los duros marcajes de nuestro fútbol. Todo queda eclipsado por un momento de euforia que vive el Santos tras cinco décadas de espera. Ahora toca celebrar la Libertadores, el Mundialito, el nuevo contrato, los fastos que vienen derivados de un acuerdo un tanto opaco. Queda una última cuestión referida a los aficionados. Ahora mismo, cerca del Bernabéu, nadie haría la ola si aterrizase el gran Neymar...