Adrián siempre va de frente
Hace cinco años, con motivo de los Premios Príncipe de Asturias, me llamaron la atención algunas pintadas en Oviedo. Estaban ofuscados por la fuga de un juvenil llamado Adrián al Depor. Su representante, Eugenio Botas, también era asturiano. Por eso no entendían. Pero la oportunidad de jugar en Primera no se puede desaprovechar. Y así, venciendo denuncias, hizo la maleta. Hijo de minero, travieso, al punto de que su gran distracción era meter la pelota por un ventanuco del bar que estaba junto a su casa. Introvertido, pero, sobre todo, convencido de sus posibilidades, pese a que los comienzos en el Depor no fueron camino de rosas.
Le vino bien la cesión al Málaga. Además de crecer, conoció a la persona con la que comparte techo. En esos duros momentos debió pensar en hazañas logradas siendo un guaje. En un mismo año logró ser máximo goleador en cadetes y juveniles. ¿Dónde estaban entonces los ojeadores? Su mentor, el mencionado Botas, lo tuvo tan claro como él. Por eso arriesgaron y decidieron no renovar con el Depor y fichar por el Atleti. Otra vez pleitos que se superaron. Pero quedaba el último: Manzano. Dos meses le ha costado al técnico ver que es la pareja perfecta para Falcao. Lo de Adrián, desde hace un lustro, es una pelea constante. Suerte.