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Un titular que sabe ser suplente

Higuaín ha aprendido a medir en la definición cara a gol y también en los detalles del juego. El sábado tuvo en la segunda parte una ocasión para sentenciar el partido. No lo hizo porque buscó a Cristiano, lleno de ansiedad pidiéndole el pase. Seguro que en su mente estaba una jugada similar en Málaga. Cristiano ya había marcado tres goles y el Pipita le negó una asistencia que era gol. En Donosti renunció a engordar la cuenta para evitar habladurías pasadas y malos rollos. Y así ha sido siempre desde que llegó al Madrid. Pendiente del gol y de las circunstancias que han rodeado su titularidad o suplencia. Primero con Raúl y sus recelos, luego la pelea con Benzema, y siempre sin molestar la condición de líder de Cristiano.

Pero con todo, su madurez se detecta en lo que ha progresado a la hora de resolver los mano a mano. Cuando aterrizó le sobraba velocidad y sentido del desmarque, pero la grada se desesperaba con el bajo porcentaje de cara a gol. Cuando el rumor desaprobatorio suena en el Bernabéu resulta desquiciante para cualquiera. Por no hablar de los chistes de mal gusto. Pero lo superó. Ahora es todo lo contrario. Lograr un gol cada 47 minutos es una barbaridad, casi imposible de mantener, pero cosas más difíciles ha hecho, empezando por su recuperación de un problema de espalda que pudo acabar con su carrera...