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El monzón y los alpinistas

El tiempo, y la ciencia, no la fe, dirá quien tiene razón si los negadores del cambio climático o los catastrofistas. Que los glaciares del planeta se están deshaciendo no es una cuestión de creer o no creer sino la constatación de una evidencia científica. Por nuestra parte, tenemos bastante con ir adaptándonos a los pequeños cambios que, apenas sin darnos cuenta, condicionan nuestra vida diaria. Seguro que ustedes se acomodan a las variaciones de temperatura y las cambiantes condiciones meteorológicas sin pararse a pensar si realmente esas condiciones están acordes con las fechas del calendario. Algo parecido está sucediendo en el Himalaya.

Desde que, a finales del siglo XIX, los alpinistas europeos comenzaran a asediar las cumbres más altas del planeta, las dos temporadas clásicas para intentar su escalada se limitaban a los periodos anterior y posterior al monzón. Los vientos monzónicos, conocidos por los lugareños, navegantes y viajeros desde tiempos inmemoriales, condicionan la vida del subcontinente indio y las regiones adyacentes. Aunque, por supuesto, se hayan realizado ascensiones en pleno monzón y también en invierno, son excepciones que confirman la regla general de que para escalar en el Himalaya lo mejor es abril y mayo y de mediados de septiembre a mediados de octubre. O por lo menos así era. Desde hace unos años, los asiduos de estas montañas y los lugareños se están dando cuenta de que algo está cambiando. Lo más probable es que el monzón, quizá debido al aumento constatado de la temperatura de los mares, ahora dura más tiempo y llega con más fuerza.

Estos días me he encontrado en Khatmandú con amigos que regresan de las expediciones, justo cuando el mejor tiempo se asienta en la gran cordillera. Unos han cumplido su reto, como Juanito Oiarzábal y Silvio Mondinelli o la asturiana Rosa Fernández. Carlos Soria, sin embargo, baja del Dhaulagiri sin la cumbre. Es una cima peligrosa cuando se encuentra, como ahora, con mucha cantidad de nieve; en especial el campo dos, donde fueron sepultados dos alpinistas españoles hace cuatro años. Regresar sabiendo que aún quedan días de buen tiempo además de una paradoja no deja de ser frustrante. Y esto me hacer recordar el consejo de Thomson: "El alpinismo es el arte de hacer más con menos". Los alpinistas deberán acomodarse a los nuevos tiempos, estudiar las nuevas condiciones y enfrentarlas con coraje, como siempre, pero también con inteligencia. Hay veces que las viejas fórmulas no sirven y hay que inventarse otras. Suele ser una cuestión de adaptación, pero aquí, en el Himalaya, es pura supervivencia.