Su adiós, nada más ganar la Liga del Clavo Ardiendo tras aquella remontada agónica con el Mallorca, dejó un vacío tremendo en el madridismo. Jamás vimos un lateral de semejante calibre. Los de mi generación sostenemos que, después de Di Stéfano (La Saeta es intocable), el brasileño ha sido el mejor extranjero de la historia del club. Pero su valor no se medía sólo por sus golazos a la velocidad de la luz o sus incursiones por la banda en plan Correcaminos. Roberto Carlos era decisivo para el vestuario. Un tipo feliz, humilde, que trasladaba su alegría al terreno de juego y a la grada del Bernabéu. Ojo a su consejo. El Madrid debe volver a sonreír, a coquetear en los calentamientos, a gastar bromas cuando ya vayan 3-0...

En Punto Pelota nos encontramos a un Roberto reflexivo, más en plan entrenador. Dejó mensajes con carga de profundidad que debemos valorar como se merecen. Asume que el nivel futbolístico del Barça está por encima todavía (eso no lo niega nadie), pero acepta el reto de ver a Mourinho dando la vuelta a la tortilla a corto-medio plazo. Lo que tiene que hacer Roberto Carlos es coger experiencia en su aventura rusa y venirse pronto a Madrid. A su casa. Le esperamos con los brazos abiertos...