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Un chaval de 15 años y el Himalaya

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Esta vez no estoy de expedición; simplemente paseo por el Himalaya observando la magnificencia de las montañas más altas del planeta. Debe ser la fuerza de la costumbre porque, a pesar de todo, sigo la marcha de lo que está ocurriendo en las expediciones donde tengo bastantes amigos. Carlos Soria parece que se retira del Dhaulagiri. Y no me extraña. Es un alpinista experimentado que sabe que, con la cantidad de nieve acumulada es una montaña muy peligrosa. Sin embargo ayer mismo, superando unas durísimas condiciones, Juanito subió a la cima del Manaslu, la 'Montaña de los Espíritus', junto a otro viejo rockero, Silvio Mondinelli, un excepcional alpinista y currante de los buenos tiempos de Al Filo y también en el club de los que tienen catorce ochomiles sin botellas de oxígeno. Al parecer, el viento, la nieve y el frío hizo darse la vuelta a la mayoría de alpinistas que salieron en dirección a la cima, pero Silvio, Juanito y otro italiano decidieron arriesgar en una gran apuesta.

Por encima de los 7.300 m., esa línea que se ha llamado "la zona de la muerte", el alpinista se encuentra en un terreno en el que apenas controla la situación. Y mucho menos en unas condiciones tan extremadamente duras. A unos pocos kilómetros de distancia, a los pies del Everest, me encontraba paseando a unos cuatro mil metros de altitud, pelado de frío y zarandeado por el viento. Mirando al cielo preocupado, porque sabía que tenía a dos amigos en ese terreno en el que los alpinistas son prisioneros de un ochomil. Porque la cima de una montaña nunca te pertenece hasta que no has regresado al campo base.

Hay que tener coraje para no darte la vuelta en momentos así. Pero esta vez Juanito tenía una razón muy importante por la que esforzarse. Hace menos de un mes fallecía en Pamplona el hijo de nuestro amigo Antxón Arza, el piragüista con el que hemos compartido algunos de los ríos de aguas bravas más importantes del mundo. Era un chaval de 15 años que había heredado de sus padres la pasión por vivir, un optimismo prudente y contagioso y la afición por los ríos. A veces la vida no es justa con algunas personas y eso es lo que le ha ocurrido a esta familia que ha quedado destrozada. Juanito prometió dedicar esta cumbre a Adi, una forma noble de transmitir a su familia lo mucho que les queremos. Y a pesar del viento y el frío, ha subido hasta lo más alto del Manaslu a dejar que ese mensaje de cariño llegue de Nepal a Pamplona. Muchas veces un gesto vale más que mil palabras.