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El hambre de Cristiano y el 4-2-4

Si Mourinho decide poner a Kaká con Cristiano, Özil y Benzema ya es una declaración de principios. Es insistir en su deseo de no elaborar el juego, de acentuar su filosofía de transiciones verticales, veloces y letales, de contragolpes eléctricos que siempre acaban en la portería contraria por la potencia, velocidad y calidad de los cuatro estiletes liderados por el portento físico y técnico que es Cristiano. Si Mourinho pone en el campo a Kaká (con síntomas de resurrección), Özil, Benzema y Cristiano resulta que el entrenador portugués elige para su Madrid un sistema 4-2-4. Y anoche le fue bien. El Ajax tuvo la posesión y combinó mejor, pero el Madrid le machacó ejecutando la suerte del contragolpe, un tipo de fútbol magnífico y bonito también de ver, pero que si no se combina con posesión de balón, deja un regustillo amargo.

En esa infantería que toca a rebato cuando los centrales (llamativa la baja forma de Carvalho, por cierto) lanzan un pelotazo en largo o Xabi Alonso pega un pase de esos largos medidos y preciosos, el cuerpo de velocista de Cristiano se prepara para un sprint con conducción de balón. Cuando eso sucede el Madrid crea una ocasión siempre. Y muchas veces Cristiano mitiga su hambre insaciable de gol. Con esa voracidad, el crack puede ganar La Décima. Aunque sea al contragolpe.