Consecuencia de algo mal planificado
El primer punto sumado por el Sporting en lo que va de temporada supo a poco, porque si un equipo intentó ganar el partido del domingo fue el rojiblanco. Sin embargo, la realidad es que el conjunto gijonés cierra la clasificación con una preocupante ineficacia. Los dos goles conseguidos hasta ahora fueron uno de penalti y otro de un churro del portero contrario. Esta situación no puede considerarse una excesiva sorpresa, porque se están pagando las consecuencias de una defectuosa planificación y de la confección de una plantilla descompensada, en la que abundan centrocampistas y mediapuntas, pero faltan extremos y delanteros, al menos, con una mínima cualificación o una idea de juego que permita afrontar una temporada en la Liga con el objetivo de la permanencia.
En la pretemporada hubo demasiados experimentos, sin dar con el equipo tipo. La fórmula sigue en la Liga. En cinco partidos se registraron otras tantas alineaciones diferentes, con una imagen irregular en casa y decepcionante fuera, sin haber dado con la tecla de un patrón de juego definido y con variantes en los dibujos tácticos, con excesivas inconsecuencias. El crédito de Preciado está muy disminuido en la planta noble, donde el respaldo del presidente se mantiene, aunque no con tanta firmeza como en la pasada campaña. Y el que tiene casi agotado el suyo es Emilio de Dios, coordinador de la composición de la plantilla. Si tiene que haber cambios, mejor cuanto antes, para que haya margen de maniobra. En caso contrario, que sea lo que Dios quiera.