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La Torre del 'pequeño' Karim

Acaban de regresar del Karakorum unos magníficos alpinistas, de los que nadie se acordará: Alex Corpas, Ester Terrés, Pere Vilarasau, Martín Elias, Mikel Bonilla, Esther Fresneda, Silvestre Barrientos y el director de ambos equipos, mi amigo Simón Elias, todos ellos con un magnífico bagaje, deportivo y personal. Desde hace treinta años he hecho del Karakorum mi segunda casa, pues es el lugar de montañas más bello y espléndido del planeta.Hay pocos sitios que muestren de una forma más brutal la grandiosidad y la fuerza arrolladora de la Tierra. Las gentes que pueblan sus valles son fuertes y orgullosas, como la naturaleza indómita en la que viven. Desde hace dos años, los chicos y chicas de los Equipos Nacionales de Alpinismo han llevado a cabo una de las labores más importantes de exploración en estos valles del Karakorum. Ha sido gracias a la FEDME y al Consejo Superior de Deportes y su fundación Deporte Joven. Han escalado diez cimas que rozan o superan los 6.000 metros de altitud. Rutas difíciles y comprometidas, en entornos severos y solitarios. Verdadero alpinismo, aventura, exploración e innovación.

Siguiendo las huellas de clásicos, como Alfred Mummery, cuando dijo que sólo es un verdadero alpinista "aquel que abre rutas nuevas", o de Thomson, cuando afirmó que "el alpinismo es el arte de hacer más con menos". Como cierre final a estas magníficas campañas, Berta y Simón han escalado una de las torres más bellas del Karakorum y le han puesto el nombre de Little Karim, uno de los mejores porteadores de altura de estas montañas.

Fue Karim el primero en enseñarme las maravillas de su valle de Hushé y en convencerme de ir a desarrollar en él un proyecto de ayuda y cooperación. Aunque Karim sigue activo en estos valles, ahora, y me lo dice mientras conversamos y se ríe, "ya somos el Apo Team". Así que poca gente recordará que Karim, a pesar de su corta estatura, es uno de los mejores alpinistas de todos los tiempos: ha realizado nueve expediciones al K2, y ha pasado en cuatro ocasiones de los ocho mil metros pero con cargas de quince kilos. O que subió el ala delta con la que voló el francés Jean Marc Boivin desde la cima del G2, entre otras muchas grandes cosas. Pero ya no será así. En su honor, una de las más bellas torres de roca lleva desde este verano su nombre. La Torre del pequeño Karim. Un detalle de jóvenes comprometidos.