Un gran trípode poco respaldado
Hace muchos años lancé la teoría de que los grandes éxitos en baloncesto suelen sustentarse sobre un trípode de gran calidad: un magnífico base, un alero (o escolta) anotador y un pívot resolutivo bajo tableros. Es por poner un par de ejemplos lo que tuvo España en la plata de Los Ángeles 84 (Corbalán-Epi-F. Martín) o años después, lo que lanzó al Tau Vitoria con Prigioni-Nocioni-Scola. En la actualidad la Selección española tiene una tripleta mágica con Calderón, Navarro y Pau Gasol. Ya nos dieron el título mundial en 2006 y cinco años después vuelven a estar los tres a pleno vapor con el objetivo de revalidar el oro en Europa. Es, por tanto, un factor de optimismo para confiar en que nuestro equipo dará la razón a las casas de apuestas y se elevará a los más alto del podio en el Eurobasket de Lituania.
El hecho de que España sea el equipo a batir, el gran favorito, no evita que haya fisuras en el armazón del conjunto. El poderío en el juego interior está ensombreciendo la aportación del perímetro, y la madurez y eficacia de nuestras figuras tiene algo acomplejados a los hombres de la segunda unidad. En parte por falta de minutos y también por miedo a estropear la labor de los titulares, hay jugadores que no muestran en el equipo nacional el alto nivel que exhiben en sus clubes. Claver y Llull son los ejemplos más notorios, pero hay más. En un campeonato tan largo e intenso será preciso que Scariolo logre darles confianza.