Las dentelladas de Purito



Aquellos que nos enganchamos al ciclismo en los años ochenta con las peripecias de Pedro Delgado, sufríamos con sólo oír la palabra ‘contrarreloj’. Aunque el segoviano terminó mejorando mucho en esta especialidad, siempre era un hándicap para sus aspiraciones, como bien le demostró Stephen Roche en el Tour de Francia de 1987. Perico había heredado un lastre de muchos de nuestros históricos y del que sólo logramos liberarnos con Miguel Indurain.

Purito Rodríguez también arrastra esa maldición. El año pasado perdió el podio (y quién sabe si la victoria final) por su pésima contrarreloj en Peñafiel, donde cedió 6:12 minutos con el ganador de la etapa, Peter Velits (posteriormente tercero en la general final); 4:16 con el vencedor de la Vuelta, Vincenzo Nibali; y 3:57 con el subcampeón en Madrid, Ezequiel Mosquera. Así es muy difícil conquistar una gran ronda.

Salamanca acogerá el lunes una contrarreloj de una distancia similar a entonces: 47 kilómetros. Y ahí sus rivales no van a tener ninguna piedad, empezando por Bradley Wiggins (actualmente a 1:43), un especialista que ya ha dado muestras de que no ha venido a la Vuelta de paseo. Purito sabe de sus limitaciones y por eso está aprovechando la más mínima oportunidad para arañar tiempo: sólo en bonificaciones, sus victorias en los muros de Valdepeñas de Jaén y San Lorenzo de El Escorial le han reportado 40 segundos.

Su triunfo en el espectacular rampón madrileño ha venido acompañado de un mordisco de 52 segundos al ‘Tiburón’ Nibali, con lo que ya ha logrado amortiguar parte del supuesto zurrón que le va a caer en la crono. Purito ha tomado nota de sus errores de 2010, y los está corrigiendo. Entonces también desperdició fuerzas en batallas menores, como aquella búsqueda del maillot rojo en su Catalunya natal. Pero en lo que llevamos de esta Vuelta, Joaquín Rodríguez no ha dado ninguna puntada sin hilo. Va dentellada a dentellada… Como hacía Perico en sus tiempos.

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