Talentos al servicio de un grupo
Francia acumula talento como el nuevo rico que colecciona arte por presumir y planta en la misma pared un Picasso, un Goya y un Van Gogh, logrando una mezcla tan desagradable que convertiría el calimocho en bebida de gourmet. Le queda mucho trabajo por delante para que la suma valga tanto como sus partes. Es probable que este fenómeno abunde en el Eurobasket donde, con el premio de los Juegos al fondo, las selecciones han logrado captar a casi todas sus estrellas NBA. Y en esas circunstancias, esta España juega en otra categoría. Porque los nombres asustan (la mejor Selección de siempre sin lugar a dudas), pero el talento individual se funde en un bloque moldeado y pulido desde hace años. Ahí el liderazgo de Pau es básico.
No garantiza esto el oro en Lituania porque la química es volátil. Puede que dentro de 15 días los franceses sean hermanos de sangre o que algo se tuerza en el camino de Scariolo. Y le quedan decisiones difíciles. La principal, el descarte. Pese a que sus botas fosforito merecen un castigo, Claver está a salvo como quinto pívot. Y cada vez que Sada pisa una cancha parece un pecado renunciar a él. Así las cosas, a Suárez se le está poniendo mala cara. Otro torneo sin un tres alto, después de la masacre de Serbia hace un año, es un riesgo. En cualquier caso, es buscarle fisuras a un acorazado que aún ha de crecer con la integración de Ibaka y el prometedor entendimiento ayer entre los dos Gasol. Francia y compañía envidian y temen.