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La batalla de la década

Hace mucho tiempo, años, que no veía tanta intensidad y ferocidad en una carrera de F-1. Lo que hemos visto ayer en Nurburgring es la carrera perfecta, desde el primer segundo hasta el último. Hamilton, Alonso y Webber han batallado sin remilgos, muy lejos de esas carreras táctico-técnicas, tan de moda, en las que tenemos que estar más pendientes de los Pirelli, el DRS, el KERS, los escapes sopladores y del qué dirán, que de la pericia de los pilotos. Lewis Hamilton ha demostrado que es el piloto más feroz que ha pisado un circuito de F-1 desde Gilles Villeneuve. Es el demonio con casco. Y este Fernando Alonso, el de ayer, no le va a la zaga. Enzo Ferrari se volvería loco de alegría viéndole maltratar el F150º en los pianos y exprimiendo el V8 sin piedad. "Ningún hombre será el mejor si no tiene fuego en la sangre", decía 'Il Commendatore'.

Lo de Webber no sé explicarlo muy bien, pero también es increíble. Nunca he visto un piloto como el australiano capaz de conducir a ritmo de AC/DC y de pronto transformarse en Johann Pachelbel. Es el rey del suspense. Y no me olvido de Vettel, Massa, Rosberg y Schumacher, que también sudaron sangre. Ayer fue un gran día para la Fórmula 1.