Evans y Voeckler salen con nota



Los Pirineos nos han dejado escasas gestas y algunas conclusiones, aunque ninguna definitiva. Así, a bote pronto, podemos decir que Cadel Evans sale como el favorito número uno tras el primer gran contacto con la montaña, y que Thomas Voeckler ha pasado de ser una anécdota a un firme aspirante al podio, lo que se convertiría en una gratísima noticia para el ciclismo, porque ningún francés se sube al cajón de una gran ronda desde que Richard Virenque fuera segundo en el Tour 1997.

Alberto Contador ha resistido en vanguardia, lo que tiene dos interpretaciones. La primera, la más evidente, que efectivamente no se encuentra tan fuerte ni dominador como en otras ocasiones. Sus problemas en la rodilla derecha y su desgaste físico del Giro de Italia se erigen como argumentos. Y la segunda, que los rivales le han dejado salir vivo de los Pirineos, por lo que aún dispone de los exigentes Alpes para remontar. Camino de Plateau de Beille ya le hemos visto mejorar respecto a Luz Ardiden, así que presuponemos que esa evolución tendrá su cénit en el Galibier o en el Alpe d’Huez.

Los hermanos Schleck siguen a tiro del amarillo, con ese extraño juego de alternar ataques que hasta ahora no les está dando resultados. Todavía tienen los Alpes para dar el hachazo definitivo, pero de momento ya han dejado pasar la oportunidad de los Pirineos sin haberle metido ningún mordisco serio a Evans, muy superior a ellos en la contrarreloj del penúltimo día en Grenoble. Tampoco han podido distanciar a Contador… Ni a Ivan Basso.

La aristocracia de este Tour se completa con dos nombres más. Uno es precisamente Basso, que ha mostrado una enorme solidez en la gran montaña. En los Alpes jugará literalmente en casa, con etapas por territorio italiano y con los tifosi volcados en las cunetas. Los aficionados no dan pedales, pero su motivación siempre es una ayuda. El otro es Samuel Sánchez, que también ha salido reforzado con su victoria en Luz Ardiden y su segundo puesto en Plateau de Beille, pero arrastra el mismo lastre que Contador: el tiempo perdido en la montonera de la primera etapa.

Las grandes vueltas, y especialmente el Tour, deparan siempre revelaciones. Voeckler al margen, los Pirineos no han decepcionado en este sentido. Aquí se ha presentado en la alta sociedad Jelle Vanendert, que ha heredado los galones de Van den Broeck para ganar en Plateau de Beille, clasificarse segundo en Luz Ardiden y vestirse con el maillot de lunares. También nos ha encandilado la combatividad de Jeremy Roy, un ciclista necesario. Al igual que Pierre Rolland, el inseparable ángel de la guarda de Voeckler, al que estamos tentados de hacerle una oferta para que fiche por el Saxo Bank, a ser posible en la mismísima jornada de descanso.

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