De voces, dioses y hombres
Apenas conocemos la voz de Zinedine Zidane. Durante años habló a través del balón, de su talento en el campo. Con eso nos bastaba. A los enamorados del fútbol, y también a él, que ahora trata de encontrar una voz propia en la jungla del fútbol después de la retirada, esa catarsis de los futbolistas, empeñados en serlo contra natura durante toda su vida. Algunos eternizan su espíritu dirigiendo equipos: se dice de Guardiola que ya era entrenador mientras jugaba. Tal vez; sin embargo, es seguro que todavía es futbolista trabajando de entrenador, rodeado de iguales, respirando el que fue su sueño de niño (¿sueña algún niño con ser entrenador antes que futbolista?). Pero no todos sufren igual el cambio de vida. "Todavía no han oído nada", decía Al Jolson pintado de negro en la frase original de El cantante de jazz, la primera película sonora de la historia del cine, allá por 1927. Fue el final de muchos actores que no encontraron su voz, como otros futbolistas tras retirarse.
Pareciera como si a Zizou le hubiese costado dar el paso hacia algún trabajo terrenal vinculado al fútbol, instalado en la comodidad del limbo de los dioses del fútbol, hastiado tras un final convulso que fue de Panenka a Materazzi y acabó en la soledad de la caseta. Ahora Zidane va a empezar a hablar sin balón. Baja del cielo de los mitos al barro de los domingos, donde ya le cuelgan su parte en el fichaje de Varane y en la salida de Jorge Valdano. Y eso que todavía no hemos oído nada.