Fichaje frío, jugador caliente

Neymar recibe un curso de buenas costumbres y Coentrao empieza a perderlas, víctima de la impaciencia. El mercado de verano tiene más gestos que una película de Jim Carrey, la mayoría, como en el caso del actor canadiense, exagerados. A eso suena lo del portugués, que ha ido poniendo peor cara conforme se acerca el stage del Benfica en Suiza. A estas alturas pensaba tener solucionada su salida y como el Benfica no parece tener prisa y se siente cómodo en la puja Madrid-Chelsea, el jugador apremia. Con una mala cara, con una bronca interesada, mensajes que convienen al comprador y ablandan al vendedor.

Pero sus prisas no son las del Madrid, que antes debe capitalizarse con la operación salida (es clave la venta de Lass) y después pensar si merece la pena gastar 25 millones o más en un futbolista cuyo puesto está cubierto. Intuyo que el entusiasmo inicial desatado por Mourinho ha ido decayendo en el club, especialmente después de la irrupción del Chelsea, y que las prioridades han cambiado. Como el humor del jugador, que intuye que Madrid se ha alejado mucho de Lisboa.