Un hombre adelantado a su tiempo
No hay labor más instructiva que asomarse a las hemerotecas y comparar lo que se dijo con lo que realmente sucedió. Es suficiente recordar todo lo que se ha dicho sobre la actual crisis económica para recordar aquel refrán tan sabio que dice que "por la boca muere el pez". Sin embargo, a veces la vida nos trae gratas sorpresas escondidas entre las páginas de libros que sólo de vez en cuando abrimos. Y eso me ha pasado estos días, ojeando un curioso libro de John Noel, un aventurero británico que participó en las expediciones británicas de 1922 y 1924 al Everest. Trataba de explicarme, y explicar a los amables oyentes y lectores que me siguen, el proceso que ha llevado al Everest a transformarse de una montaña aterradora y peligrosa, sólo al alcance de los mejores, a una montaña masificada y una feria de las vanidades sólo al alcance de los que son tan pobres que, como afirma Sabina en una canción, no tienen más que dinero. Noel supo anticiparse en casi un siglo a lo que está sucediendo hoy.
Aquellos hombres de principios de siglo eran aventureros románticos que parecen extraídos de una novela de Kipling: se enfrentaron a montañas y misiones imposibles. Y lo hicieron con el estilo de reyes, con un coraje, una moral y un estilo típicamente británico. Eran poetas, escritores, médicos, músicos, agentes secretos, espías al servicio del imperio; la montaña era para ellos sólo una faceta más para aplacar sus ansias por experimentar y conocer. Aquellas viejas fotografías nos hacen sonreír al verlos con sus chaquetas de franela, sus chalecos de lana y sus largas bufandas, fumando en pipa a siete mil metros ?sostenían la extravagante teoría de que el tabaco de pipa favorecía la aclimatación? o comiendo codornices estofadas y bebiendo champán.
Nadie como ellos se merecía la cumbre más alta de la Tierra. Justo todo lo contrario que sucede ahora. Las montañas, como el resto de las cosas que uno realmente desea en la vida, hay que merecérselas, hay que estar a su altura, no degradarlas y rebajarlas a la nuestra. Noel fue el cámara y el realizador de la película de la expedición en la que Irvine y Mallory desaparecieron muy cerca de la cumbre. Buena parte de las cuestiones que predijo para el Everest en su libro ya se han cumplido, y algunas otras, como la de que un alpinista se descuelgue de un aparato volador y llegue a su cima, estoy convencido de que pronto se harán realidad. Lo más importante es que, con 85 años de antelación, escribió: "Acaso llegue un día en que la ascensión a la cumbre del Everest se convertirá en una mera excursión pintoresca accesible a los turistas".