El gran premio más aburrido
Hace unos meses, leí que un científico inglés determinó que el 11 de abril de 1954 fue el día más aburrido del siglo XX. También llegó a la conclusión de que aquel domingo pasaba a ser uno de los más interesantes de la historia por ser excepcionalmente aburrido. Algo así me pasó ayer viendo la carrera de MotoGP. Fue una carrera tediosa y anodina, posiblemente el GP de Cataluña más aburrido de la historia, y quizá por ello habría que etiquetarlo en la categoría de interesante para reflexionar sobre por qué ha sido tan aburrido. En primer lugar miremos la parrilla: hay más puestos de puntuación que pilotos, como bien apuntó el sábado Dennis Noyes. El aspecto que da la categoría en cuanto hay dos o tres bajas (Edwards y Pedrosa) es muy rancio...
Debería ser aconsejable tener pilotos reserva, como en la F-1, para evitar esta situación. También habría que cuestionar el nivel de esa parrilla de pilotos, y no me refiero al del pilotaje, sino al de sus motos. Son equipos de relleno, sin nivel, faltos de medios económicos, que jamás ganarán una carrera salvo hecatombe. Están ahí para que el reglamento de mínimos se cumpla. Pero ayer también fue clave ese virus de hipocresía y sensatez fingida que ha infectado el paddock. Aquello que decía Ayrton Senna de que no eres piloto si ves un hueco y no intentas adelantar, ahora está mal visto en MotoGP, lo vimos ayer. Ha muerto el arrojo, viva la prudencia; y al que no le guste, al tostadero, como Simoncelli. Por cierto, extraordinaria la retransmisión de Crivillé.