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Aún hay agravios antidopaje

El caso Festina, aquel maletero del masajista Willy Voet rebosante de EPO interceptado en 1998 por los gendarmes, impulsó una nueva necesidad de luchar contra el dopaje más allá de los controles. La pelea se trasladaba también a los tribunales, a la policía, a las aduanas, a los legisladores. Y para coordinar esa necesidad se creó la Agencia Mundial Antidopaje en 1999. La AMA, que nació bajo la tutela del COI, reparte a un cincuenta por ciento el presupuesto y su representación entre el movimiento deportivo y los gobiernos. Jaime Lissavetzky es el delegado de la UE. Y desde ese puesto viene recordando a David Howman y al presidente, John Fahey, que las ligas profesionales de Estados Unidos no cumplen las reglas de la AMA. Lissavetzky está autorizado para hacer esa reivindicación, porque él mismo tuvo que cambiar la Ley Antidopaje en España para adaptarla al Código Mundial. ¿Recuerdan aquel tirón del orejas a la candidatura de Madrid 16?

La lucha ha avanzado mucho desde aquel 1998, incluso en USA (ahí está el caso Balco), pero está descompensada. Mientras que a Alberto Contador le pueden caer dos años por 50 picogramos de clembuterol, hace tiempo que OJ Mayo (por poner un ejemplo) cumplió sus diez partidos de sanción en la NBA por su positivo con dehidroepiandrosterona.