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Vettel se ha doctorado en Mónaco

Mónaco nunca falla y este año no ha sido una excepción. Es la carrera más lenta del calendario pero la única en la que si dejas de atender durante un solo segundo te pierdes algo importante. Es el circuito más cruel con los pilotos y el más generoso con sus ganadores. Está anticuado y el sentido común debería recomendar su jubilación, por peligroso (este año Pérez y Petrov han acabado en un hospital), pero nadie, ni pilotos, ni constructores, ni la FIA, se atreven a sugerir su lógica retirada del calendario. Mónaco es inmortal.

Sebastian Vettel ha ganado, y van cinco, pero con Alonso a poco más de un segundo. No ha sido otra paliza. El alemán se ha doctorado y se convierte en el decimoctavo campeón del mundo en ganar en la meca de la ostentación. Aquí la cruz de Domenicali, la aerodinámica, no es determinante. Tercero ha sido un Button exquisito a quien tanto incidente le ha usurpado la victoria. Pero lejos de los resultados deportivos lo más destacable de esta prueba ha sido comprobar que el equipo Red Bull es humano y puede cometer fallos. Sigo creyendo que el Mundial está decidido, pero el subcampeonato es posible. Webber va a peor y Hamilton parece que ha perdido la cabeza, aunque el adelantamiento que le hizo a Massa en el túnel le absuelve de cualquier pecado. Sublime.