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Un club grande debe tratar a los ídolos con grandeza

No ocurre sólo en el Atleti. Ha sucedido también en el Madrid y en el Barça. Cuando llega el momento de despedir a los ídolos, demasiadas veces, se han ido de tapadillo y por la puerta de atrás. Y no es algo de la etapa gilista. Mucho antes, un mito como Escudero salió mal, ya de técnico, y hace una década, Kiko Narváez se fue vilipendiado, por la gatera y perdonando un gran contrato, de mil millones de las antiguas pesetas para ser exactos. Por cierto, desde su marcha, ni al jerezano ni a Fernando Torres les han cantado los del fondo sur, esos con los que se abrazaba el domingo Quique. En el Madrid pasó con Di Stéfano. Y la salida de Raúl el pasado verano tampoco fue como se merecía el siete. Y en Can Barça se hicieron expertos con Maradona, Schuster, Romario, Ronaldo o Ronaldinho.

Diego Forlán tiene derecho a cumplir su contrato. Pero si el club decide ponerle en el mercado, su salida debe ser sin malos rollos, buscando "la mejor oferta para las dos partes", eso que tantas veces, demasiadas, ha repetido el uruguayo en los últimos meses y ha sentado mal a bastantes atléticos. Si finalmente se va, el club le despedirá con grandeza. Como a Simao. No como a Kiko.