Las ventajas de no ir de comparsa

Si por la afición del Athletic fuese, el Deportivo sería eterno en Primera. Cae simpático el club de Riazor, donde aún se recibe a los leones con cariño, algo que quizás se aplace hoy por la trascendencia del choque. Allí se salvó el equipo rojiblanco con Clemente. Al año siguiente, el último de Caparrós en A Coruña, Riki marcó un gol de falta in extremis a su hoy compañero Aranzubía en La Catedral que puso cruda la permanencia a los leones, que se la jugaron cuatro jornadas después en aquel terrible partido con el Levante. El Athletic, por suerte, no llega a Galicia como comparsa. De ahí que no pueda ser vigilado especialmente por primas ajenas, por paisanaje con Real y Osasuna... Necesita ganar o, al menos, empatar. De quedar quinto o sexto a séptimo van dos semanas de preparación veraniega y una eliminatoria menos para acceder a la fase de grupos de la Europa League, torneo que en San Mamés sí funciona.

Mateu Lahoz mediante, parece lógico que quien más intensidad ponga en el juego y, sobre todo, en el balón dividido, tenga mucho ganado. Es el barro en que mejor se mueve el Athletic de Caparrós, tan discutido por su fútbol como indiscutible por su clasificación. Pero los rojiblancos, sin una pizca de fortuna en Riazor en los últimos años, llegan justos de energías. Tanta riñonada durante la competición les ha dejado al límite. Mal hará, no obstante, el Deportivo en confiarse. Si algo sobra a los leones es amor propio. Y con Llorente al frente...