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Los brotes verdes de Ferrari

Por fin Ecclestone ha dado con la clave para enriquecer el espectáculo de la F-1, el DRS  o alerón trasero móvil. Ayer pudimos ver una carrera extraordinaria en Estambul gracias a este artilugio, una prueba repleta de adelantamientos y maniobras audaces, especialmente en las curvas 12,13 y 14, tres enlazadas con una exigencia técnica exquisita, que vamos a echar en falta si, como parece, Turquía desaparece del calendario. También pudimos observar la aparición de brotes verdes en Ferrari, una importante mejora que espero no se quede en el arreón del manso. Pero no sólo mejoró el F 150º Italia, que todavía está a ocho décimas de los Red Bull, también Alonso, al que se le vio más despierto y más agresivo. Una pena que esta reacción llegue cuando el primero ya está a 52 puntos.

Ganó Vettel a lo Schumacher, quien por cierto, dio un recital de errores digno de un piloto novato japonés. Qué pena da ver a todo un heptacampeón del mundo arrastrándose por el asfalto. Webber corrió otra carrera a lo Webber, de menos a más, un estilo tan peculiar como desquiciante que le hará salir de mala manera de la escudería de la bebida energética. Decepcionaron, y mucho, los McLaren o más bien sus pilotos. Desde la primera curva Hamilton y Button se enzarzaron en un intercambio absurdo de golpes (igual que otros compañeros, Petrov y Heidfeld) que hizo las delicias de los espectadores pero a costa de perder cualquier opción de subirse al podio. Y una pregunta para acabar: ¿qué le pasa al Toro Rosso de Jaime Alguersuari?