Alemanes y turcos: muy fiables

Alemanes y turcos: muy fiables

La primera vez que vi un jugador alemán en persona fue en el año 1973. Mi padre me llevó al santuario del Bernabéu para presenciar un Madrid-Las Palmas que acabó 5-0. El niño Roncero estaba alucinado con las voleas de Pinino Mas (firmó dos goles), las subidas volcánicas de Pirri, los cabezazos de Santillana en el sky line de Chamartín y los cruces impetuosos de Goyo Benito. Pero el que me dejó prendado con sus pases de cuarenta metros, tan medidos como precisos, fue un rubio con una pinta de alemán total. Golpeaba de una forma peculiar, el esférico se elevaba con elegancia y caía en la bota de Ico Aguilar como si se lo hubiese trasladado una paloma mensajera. Pregunté a mi padre: "¿Cómo ha podido centrar así de bien?". Su respuesta fue muy de la época: "Hijo, es que Netzer es alemán...".

Esa admiración por lo germano viene de lejos, sentimiento que alimentó Stielike con su fuerte carácter que parecía sacado del ADN blanco. Hasta el gigantón Illgner cumplió con esa fiable tradición germánica, siendo uno de los baluartes de la Séptima. Con Özil y Khedira llegó la Europa global, con ese mestizaje que aumenta la variedad de su fútbol. La sangre turca de Özil la comparten los dos que llegan ahora: Altintop y Sahin. Es curioso lo de las modas. En la plantilla habrá ahora cuatro alemanes (la mayor etnia junto a los cuatro portugueses, incluido Mourinho). Pero dos de ellos juegan con Turquía, país que en 2002 casi da la gran campanada en el Mundial de Corea. Mezcla turco-alemana. Me gusta el experimento...