A Wembley, donde todo empezó

Si fuera un ventajista podría recordar que el Madrid juega mejor sin Mourinho que con Mourinho; que por increíble que parezca el Madrid acabó con once jugadores la vuelta de las semifinales después de dar más cera que Bud Spencer en Le llamaban Trinidad; que el Real perdió toda opción de ir a Londres con un planteamiento miserable en el partido de ida que no le compensó su estupendo encuentro en Barcelona y que el Barça se benefició de la anulación de un gol de Higuaín, jugador que no había asomado la cabeza en la ida. Todo eso es hablar a toro pasado. Pero, como diría Valdano, aquí hay justicia poética.

Y más allá de estos parámetros, prefiero quedarme con la actuación de los porteros. El del Madrid, Casillas, paró lo indecible y el del Barça, Valdés, inició la jugada del gol de Pedro. Como diría Rosendo, este detalle define maneras de vivir. Lo cierto es que el Barça vuelve a un Wembley renovado, el mismo escenario donde los azulgrana ganaron su primera Copa de Europa. Eso sí que es cerrar un ciclo.