Inversores para ganar notoriedad
En un mundo tan globalizado como el actual, es imposible que el fútbol sea ajeno al movimiento libre de capitales. Por eso empieza a ser normal que en los consejos de administración de las sociedades futbolísticas se sienten fortunas provenientes de otras latitudes. Hasta ahí es todo normal. Pero como aún sigue vigente aquello de que "si el fútbol fuera negocio, estaría en manos de los bancos", que dijo Pepe Samitier, es normal que en muchos casos la desconfianza presida la acogida a estos inversores en notoriedad.
Todos los casos no son iguales. El Chelsea abandonó su anodina existencia con la llegada de Abramovich y ya sólo aspira a la excelencia. Mientras, el United no necesitaba de los Glazer para seguir ganando y el equipo de Ferguson continúa en la cima a pesar del gran agujero económico en el que le han metido sus dueños. En el fútbol español empiezan a fluir los petrodólares. Está bien, pero las autoridades deportivas deben vigilar el cumplimiento de los compromisos adquiridos e impedir que se juegue con la pasión y la ilusión de los aficionados, que son los capitales intangibles de este negocio futbolístico.