Adiós agradecido a tiempo justo
El próximo turno de escaparate, mostrador, corte de etiqueta y lazo le puede llegar a Forlán. Como en toda transacción habrá que evaluar la cotización actual, el rendimiento reciente, la cláusula y el precio de venta. Forlán costó 21 millones hace cuatro años. Empezó ganando tres millones anuales, después le subieron a 4,5 y me atrevería a decir que con 86 goles en tres temporadas y la participación decisiva en los dos títulos europeos respondió con profesionalidad, rendimiento, imagen y representación global a la inversión. El toque mercenario que el propio Forlán ha alimentado con sus declaraciones es lícito y se vuelve atractivo, pirata y peliculero cuando el fin de la afrenta deja contento al contratante de la mesnada, considerando bien pagado y gastado su dinero. La actual temporada le ha cambiado el paso al matrimonio.
Diez goles en 39 partidos no responden a su caché y abrieron espacio para el desenlace. La marcha de Forlán nació lentamente en cosas suyas, como nacen las hojas verdes, producto de un proceso de realimentación clorofílico que acabará en consenso, poniendo a todo el mundo de acuerdo con el apretón de manos de su despedida. La oportunidad y eclosión de Diego Costa en Pamplona respaldó el último capítulo, el hábito reciente que ha hecho definitivamente al monje rubio vestido de suplente. Así las cosas, con dos años más de contrato, y a tres semanas de cumplir 32 años, la prescripción fría y farmacéutica aconsejaría venta. Esperemos que sea más sustanciosa que la de Simao, si a aquélla se le puede llamar venta. Bastante concesión será la de sustituir a Forlán con un delantero de salario, perfil y categoría inicial inferior.