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Todo fue calculado, nada casual

Que nadie se equivoque. Pep ni estaba perturbado, ni nervioso, ni perdió los papeles, ni mucho menos cayó en la trampa de Mourinho. Lo de ayer de Guardiola en el Bernabéu, sin decir una mala palabra, sin levantar la voz, pero poniendo a caldo a Mourinho estaba muy meditado. La prensa internacional salía del Bernabéu alucinada de ver cómo se pueden decir 60 titulares en una comparecencia sin faltar a los presentes, sin desafiar a los periodistas y sin hacer desplantes a los propios jugadores. Es lo que tiene la ironía. Que duele más que una pedrada. Y mucho más, como es el caso, si te la hacen a domicilio. Porque Pep buscó a Jose en su terreno.

Guardiola, que ha aguantado a lo largo de estos tres años de todo, desde insinuaciones de dopaje a manipulaciones de calendario, llegó ayer señalado como un tipo peligroso y debió pensar "de perdidos, al río". Y demostró que hacer de Mou en una sala de prensa cuesta tan poco como hacer lo que hace Mou en un terreno de juego. Lo difícil, es jugar como juega el Barça. Para hablar como Mou, todos estamos a tiempo. Fue la primera arenga a un equipo que llegó a Barajas con cara de Semana Santa y que por la noche lo recibió con cara de Resurrección.