Kaká dio un recital
Minuto 61. Kaká hace que se detenga el tiempo. En dos segundos, controla, tira un caño y golpea con efecto. Gol. No es uno más, es el mejor desde que está en el fútbol español. Es la confirmación de que ha vuelto. Aunque tengas un Balón de Oro en casa, sin confianza no eres nadie. Y eso, más que el entrenador, te lo otorga las sensaciones que tengas en el campo. Ayer, Kaká rompió a sudar y a jugar. Le hacía falta. De nada vale machacarte en el gimnasio si ves que no llegas.
Luego está el factor psicológico. Ayer jugaba con los suplentes. De lujo, pero suplentes. Tres días antes había ganado su primer título de blanco sentado en el banquillo. Duro. No olvidemos que hace menos de dos años convocó a 60.000 aficionados en su presentación y que sigue siendo el segundo fichaje más caro de la historia del club. No todos asumirían la suplencia con esa resignación. Otros habrían forzado un traspaso. Pero él es un hombre de fe, en todos sentidos. Y ayer lo demostró.