El proceso irreversible de la electricidad

Sé que el petróleo se acaba. Sé que no podemos seguir maltratando nuestro medio ambiente como lo llevamos haciendo tanto tiempo. Sé que la ecología como concepto en la automoción es mucho más que una moda. Y tengo asumido que nuestro futuro sobre ruedas con motor será eléctrico. Pero también albergaba la remota esperanza de que, al menos, las carreras quedaran como el último reducto para el ruido y el humo, para el perfume de la gasolina, el romanticismo y la pasión... Me temo que no será así. En cuanto la industria de la automoción avance en el camino de la electricidad (y lo está haciendo a pasos agigantados), deberemos resignarnos a las carreras de coches y motos eléctricos. Ya nos hemos quedado sin los motores de dos tiempos, lo siguiente será la desaparición de todos los de combustión interna.

No me pregunten cuánto tardará en llegar ese momento de las competiciones silenciosas y limpias, pero no duden de que el proceso es irreversible. De momento, ya tenemos aquí el primer campeonato para motos eléctricas, que incluso cuenta con una representación española muy cualificada. Hoy nos puede sonar a algo anecdótico o marginal, pero conviene que nos vayamos acostumbrando a lo que supone esta revolución de las baterías, los kilowatios, los regeneradores de energía y los condicionantes de la autonomía eléctrica. Yo insisto en que lamentaré que sea así, por todo lo que dejaremos atrás una generación de seguidores del deporte del motor (si es que llegamos a verlo), pero como parece que nos no queda otra, mejor aceptarlo cuanto antes...