El Atleti, el feo y el malo
El cine también nos vuelve locos. A los futboleros, digo. Ahí seguimos, esperando esa obra maestra sobre balompié con la que poder gallear ante el boxeo de Toro salvaje, el atletismo de Carros de fuego y hasta el fútbol americano de Un domingo cualquiera. Pero a los que de verdad va a volver tarumba el cine es a los aficionados colchoneros: ven cómo su Atlético de Madrid está tan presente o más que Barcelona y Real Madrid en nuestro cine, pero huelen a chamusquina. Aquel aficionado del Atleti que señoreaba en las pelis de Garci es ahora un cliché manido, tanto como ese amigo buenazo del prota que ya sabes que cae al primer tiroteo. Y no puede ser.
Basta ya de parados, feos, desnortados y demás parias de rojiblanco. Cansa: es malo para el cine español, que debería buscar nuevas metáforas para las historias de perdedores, sean comedias de Segura o dramones de Fernando León; pero sobre todo es malo para el Atleti, un club que tiene su razón de ser en las victorias. También sociales, sí, pero ante todo deportivas, como la Europa League y Supercopa conseguidas la temporada pasada. Tanto Sabina, tanto Torrente y tanta poética del Pupas, más que ayudar, despista. ¡Cooorten!