Pedrosa tiene toda la razón para su enfado

Pedrosa tiene toda la razón para su enfado

Hace sólo unos días, cuando se conoció su nueva lesión, comenté que Dani Pedrosa es un piloto que se ve condicionado por su físico. Me parecía una evidencia incontestable, pero algunos se lo tomaron mal, como si fuera una especie de crítica al catalán o que por ello no valorase el lutres de su palmarés, cuando en realidad se trataba de todo lo contrario. Por eso me alegra que ayer el propio piloto hablara con la claridad que no lo había hecho nunca de su complexión, reconociendo abiertamente las muchas limitaciones que le impone. Y en ese sentido, creo que tiene toda la razón del mundo para el tremendo enfado que exhibió a propósito de la probable imposición de un límite reglamentario de peso mínimo en MotoGP.

Pedrosa lleva cargando con la polémica de ser un piloto pequeñito toda su vida y en las categorías inferiores sus rivales lamentaban la ventaja que ello podía otorgarle. Sin embargo, al llegar a la clase reina y tener que enfrentarse a una moto más grande, pesada y potente, esa supuesta ventaja se convirtió en un inconveniente obvio. Dani parece una especie de muñequito (con todos mis respetos, que yo mido 1,70 y no estoy como para mirar a nadie por encima del hombro) subido en esa poderosa Honda. Pero no se rindió, adaptó su estilo de pilotaje a las circunstancias, intentó ganar envergadura y, sobre todo, aprendió a vivir con su fisonomía. Así que ahora entiendo que se queje de que los demás, los pilotos grandotes, pretendan lastrar su moto para que el peso se iguale. Por esa misma regla de tres, Pedrosa podría pedir que nadie en la categoría midiera más de 1,60 metros y pesara más de 50 kilos, así serían todos como él...