El 5 de abril vuelve don Rafael...
Van der Vaart se fue del Madrid el 31 de agosto con el sobrenombre de Don Rafael. El don se lo ganó por su espléndido rendimiento, su comportamiento ejemplar (ayudó a superar a su mujer un cáncer de mama y no afectó su compromiso con el equipo) y su caballerosidad en el día del adiós. El holandés se fue sin rencor y mucho sentido común. Él mismo se lo confiesa a José Luis Guerrero. "No me iba a quedar para no jugar". Otros, en circunstancias similares, se aferran a un buen contrato, al escaparate deportivo que supone el Madrid y a las excelencias de la capital para vivir cómodamente y con un clima-chollo
Pero Van der Vaart tiene sangre española de Chiclana y se le nota. Quiere sentirse importante y renunció a ser un vividor a la espera de que Özil, Kaká o Canales le hubieran dejado los minutos de la basura. Se fue sin herir a nadie, dejó once millones de euros en caja (casi lo comido por lo servido, costó doce) y el Bernabéu le aplaudirá cuando le vea aparecer en la noche del 5 de abril con la camiseta del Tottenham. Se fue un buen futbolista, un señor y una buena persona.