A vueltas con el caos de Hispania

A vueltas con el caos de Hispania

No han sentado bien entre algunos aficionados (y tampoco, desde luego, en el equipo) mis críticas hacia Hispania. Esgrimen la teoría de alguna clase de fobia hacia el proyecto y en su derecho están de hacerlo, aunque ello suponga reincidir en un tremendo error. Esto no es una cuestión personal, se trata tan sólo de mi impresión de que Carabante ha asumido un desafío que le supera y que no sabe cómo controlar. Nadie duda del esfuerzo de los ingenieros y los mecánicos (aunque me parece que todos en la Fórmula 1 curran como jabatos, no sólo ellos), de las buenas intenciones del propietario o de que la dichosa crisis les resulta indiscutiblemente adversa. Eso lo puede entender cualquiera, pero no es justificación para que la escudería ande siempre al borde del desastre.

Yo, que salgo los domingo a montar en bici con mis amigos, no me puedo plantear correr el próximo Tour pensando en que con hacer el primer kilómetro habré cumplido. Prometo cuidarme, entrenarme a tope, mantener mi bicicleta en perfecto estado de revista y ponerle muchas ganas... Aunque, con todo, mi limitado físico creo que no me va a permitir seguir la rueda de Contador más allá de quince metros. Haría el ridículo, por no haber calibrado con precisión la magnitud del desafío. Y el problema de Hispania (y por lo que me preocupan ellos y no Virgin) es que llevamos tanto tiempo suspirando por un equipo español en los grandes premios, que reivindico que nos merecemos algo mejor que esto. Y también que decirlo no suponga un delito...