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Entrenador para plantilla y dirigentes

No soy fan de la mano dura, la testosterona y demás manidos conceptos relacionados con el orden y la hombría que tanto se llevan en nuestra sociedad y, por extensión, en nuestro fútbol. Cuando esos son los argumento para defender a un entrenador, me echo a temblar, pienso que los gritos sólo esconden vacío. Yo es que soy de Guardiola. Dicho esto, considero que Caparrós, a menudo vinculado a esa corriente autoritaria, es lo que necesita el Atleti en este momento, una vez que la ruptura con Quique parece irremediable.

En lo futbolístico, Caparrós no es un esteta, pero tampoco es que el Manzanares lleve años viendo a la Holanda de Cruyff vestida de rojiblanco, así que sobrevivirá. Adora a Kun (por salud mental, he decidido asumir que seguirá y que sea lo que dios quiera) y ha demostrado en Sevilla y Bilbao que la cantera es para él una forma de vida. La estudia, la cuida, cree en ella y maneja los tiempos en función de las necesidades de los chicos y no de los deseos urgentes de la grada. Por ahí, el Atleti puede funcionar.

Pero, sobre todo, el carácter de Caparrós es muy atractivo de cara a lidiar con los dirigentes. No le imagino tragando con que los intereses de los representantes de cámara de Gil Marín le marquen la agenda. Extrañaría que asumiese las maniobras de un personaje en tierra de nadie como Pitarch, que parecía que se iba, pero sigue planificando (ay, ay, ay, que al final...). Quique, Aguirre y Manzano han sido buenos entrenadores que nunca se impusieron a la disfuncional estructura del club. Ninguno puso en su sitio a los dirigentes y les convenció de que, ya que no suman, al menos no resten. Caparrós lo intentará. Si lo lograse, al Atleti le tocaría el gordo.