Gracias por diez años mágicos

Creo que no sería ni justo ni acertado apuntar, a día de hoy, que Fernando Alonso es el mejor piloto de la historia de la Fórmula 1. Entre otras cosas, porque sigo convencido de que con el asturiano lo mejor está por llegar y su palmarés, lejos de haber tocado techo. Tampoco, dicho sea de paso, es que las estadísticas sean algo que me vuelvan loco en el deporte. Me parecen datos valiosos y muy a menudo reveladores, pero pienso que las carreras van mucho más allá de la frialdad de los números, son emociones e ilusión. Por eso tampoco me importa demasiado lo que Fernando haya hecho o dejado de hacer en estos diez años de grandes premios. Lo que valoro es todo lo que me ha hecho disfrutar en este tiempo, lo que nos ha regalado

Profesionalmente, en mi actividad periodística, comencé a vivir la F-1 de la mano de Adrián Campos y Luis Pérez-Sala. Después llego la época de Pedro de la Rosa y Marc Gené, antes de que Alonso irrumpiera en la elite del automovilismo. No puedo dejar de apreciar, por tanto, lo muchísimo que tener un campeón mundial, y doble, ha supuesto para nuestro deporte. Hemos dejado de sufrir, de sentirnos inferiores, de que nos miren por encima del hombro, de soñar con utopías para tener un peso específico significativo en esta complicada disciplina. Y todo se debe, fundamentalmente, al talento del ovetense. Podrían haber sido incluso más éxitos, pero lo que ya tenemos es tanto que yo me siento satisfecho Gracias por una década mágica, campeón.