El tributo oculto del éxito

Es un ramillete precioso: éxitos de nuestras selecciones masculinas, triunfos también de las selecciones femeninas a todos los niveles, y dominio claro de los equipos ACB en las competiciones europeas. Deducción inmediata: el baloncesto español está en el mejor momento de su historia. Pero una vez en la cumbre hay que pagar un tributo enorme para mantenerse. Incluso surge la amenaza de morir de éxito, por falta de combustible para una caldera voraz, una locomotora que marcha a velocidad máxima.

Nuestro dominio explica algunos problemas que se barajan últimamente. La generación Gasol/Navarro es tan formidable que tiene difícil relevo. Nuestros clubes compiten en Europa con lastre añadido, porque el nivel de la ACB es altísimo y requiere mayor desgaste que la de otros países. Nuestros equipos punteros tienen dificultades para formar plantillas campeonas, ya que las auténticas estrellas escasean, y las más brillantes se las lleva la NBA. Enhorabuena, por tanto, a nuestros representantes en la batalla continental. Disfrutemos las conquistas de Barça, Real, Baskonia, Valencia, Cajasol, Estudiantes, Ros Casares, Avenida, etc. Pero seamos conscientes de que el tópico se cumple de modo inexorable: tan difícil o más que llegar, será mantenerse.