Lorenzo está listo para un año difícil

Me sorprendió la serenidad con la que Jorge Lorenzo asume las carencias que su Yamaha ha evidenciado durante los test de pretemporada. Esperaba encontrarle más preocupado o inquieto, pero su postura me resultó bastante tranquilizadora. Me da la impresión de que se está preparando para afrontar un año difícil y ésa es la mejor forma de empezar a superar el reto: ser consciente de que existe. Desde su génesis. Los cimientos sobre los que se asienta su seguridad son claros. Por una parte, el convencimiento de que por su parte no escatimará esfuerzos para que el proyecto resulte tan brillante como se espera del campeón vigente; y por otra, su actitud hacia la marca es absolutamente solidaria. Están, desde luego, en el mismo barco y sólo aunando ambiciones podrán llegar a buen puerto.

Al menos, es su planteamiento inicial y me parece inteligente. Su obligación es darle a Yamaha las pistas necesarias para que la M1 evolucione, esperando que sus ingenieros sean capaces de satisfacer las exigencias. Falta saber si podrá mantener esa actitud a lo largo del Mundial, porque es evidente que al número uno no le gustará nada que sus rivales le pasen por encima porque su moto corre menos que las demás... Pero ése es un supuesto que todavía debe producirse y que no conviene manejar antes de lo preciso. Ante todo, calma. Los japoneses le dieron un arma vencedora en 2010 y no se trata de perder la confianza antes de tiempo, sobre todo porque la tensión y los nervios no son buenos compañeros de viaje. Jorge lo sabe y creo que por ello está manejando la situación con mucho acierto.